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lunes, 21 de marzo de 2011

Un autógrafo


Simón dio un nuevo trago a su cerveza y se inclinó, dirigiendo su atención al otro lado de la barra. Eran las cuatro de la madrugada y el local, al que solía acudir casi todos los sábados, estaba ya más bien desierto. Sin embargo, justo al otro extremo de la barra, una mujer apuraba su copa con la mirada fija en el licor. Era pelirroja, a buen seguro teñida, y no demasiado delgada. Como detectando la atención de Simón, alzó fugazmente un rostro que reveló unos ojos color avellana que se posaron en él por un instante.
El “Best of you” de los Foo Fighters salía regurgitado de los altavoces, y Simón decidió evitar dilucidar lo que aquellos ojos podían haber querido susurrarle si fuesen labios. Se volvió y procuró  sumergirse de nuevo en la conversación que sus amigos mantenían.