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lunes, 30 de mayo de 2011

Oportunidades

El agradable calor del amanecer ha dado paso a otro más sofocante y húmedo. La luz del sol se proyecta hacia el interior del autocar desde el cristal. Colorea de un tono anaranjado los asientos vacíos, los cabellos de algunas mujeres, y ciertas zonas del pasillo. Algunas personas dormitan. Otras, las menos, se aferran a las barras portando mochilas o maletines. Cada poco echan un vistazo al reloj, como esperando ralentizar así el tiempo.

El autobús se detiene en una nueva parada bruscamente. Apenas dos personas se apean en ella y siete u ocho se disponen ya a pagar el billete.

La parte trasera del bus suele ser la más tranquila. Es por eso que casi siempre me acomodo ahí. El estruendo del motor es molesto, pero los coloquios entre las personas que se agolpan más adelante es aún peor. Hasta hace no tanto, procuraba ocupar otros asientos y escucharlas. Al principio lo conseguía, pero después era cada vez más difícil comprenderlas.

sábado, 21 de mayo de 2011

Otra vida

Un resplandor fugaz perforó mi ojo izquierdo, provocándome una momentánea ceguera. Parpadeé varias veces para intentar recuperar la visión. Sin quererlo, levanté el pie del acelerador. Aquel tramo de la comarcal 27 era completamente recto, sin peligro y con suficiente visibilidad. Sin embargo, esa suerte de respeto que algunos adquirimos cuando nos situamos frente al volante supongo que fue lo que me impulsó a  disminuir la velocidad.

Pocos segundos después, el destello de luz regresó de nuevo. Sólo entonces descubrí que no era más que el reflejo del sol sobre mi alianza de boda. Tenía por costumbre conducir con mi mano diestra en la parte superior del volante, y el poderoso sol de mediodía había devorado ya a aquellas horas toda la parte delantera de mi viejo Honda. El reloj analógico incorporado en el salpicadero marcaba casi las dos de la tarde. Recuerdo que, antes de perderme en los venenosos pensamientos siguientes, había concluido que era una hora perfecta para detenerme y comer algo. Pero, después, dejé que mi mirada se posase de nuevo en aquel espléndido anillo de bodas.


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martes, 10 de mayo de 2011

Balada triste de trompeta (2010)


A finales de la Guerra Civil, Javier ha de pasar por el trago de ver cómo su padre se ve capturado por los fascistas y es encarcelado en el Valle de los Caídos. En su última conversación, Javier cimenta dos premisas en torno a las que girará su vida a partir de entonces: vengar a su padre, y llegar a ser payaso como él. Cuando intenta cumplir el primero de sus anhelos, tratando de colocar un explosivo bajo el Valle de los Caídos, su padre cae asesinado a manos de un coronel franquista.


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