“El mundo de ayer” va constantemente a caballo entre lo autobiográfico y lo histórico. Y es una
de esas obras cuya esencia no es posible condensar en una reseña. Un libro para
leer con calma, casi para paladear, y sobre todo para reflexionar. Páginas que nos
trasladan al Stefan Zweig más
íntimo. Al Zweig humanista, al Zweig defensor y admirador de cualquier forma de
arte y cultura. A un Zweig siempre por encima de cualquier bando y cualquier
ideal político.
Cuando hablamos de Historia
tendemos a pensar en datos, en fechas, en nombres propios. En causas y en
consecuencias. Lo que Zweig nos propone aquí es un recorrido distinto por la primera mitad del S. XX incluyendo las
dos Guerras Mundiales. Lo delicioso, lo que hace que merezca la pena acercarse
a esta obra, es un enfoque al que no
estamos tan acostumbrados. Porque Zweig nos habla, ante todo, de personas. Nos abre una ventana a la
vida de la época mostrándonos la sociedad a través de sus ojos. Y lo hace
abarcando múltiples temas como las vanguardias
artísticas, la política, la moda, la educación, las costumbres, la moralidad e
incluso la sexualidad.