Stephen King vuelve hoy por el Desván y lo hacemos con una novela
de esas que se escapan un poco a su tendencia habitual. “Rabia” es la primera de las novelas en las que Stephen King se
convirtió en Richard Bachman. Un pseudónimo que surgió casi por exigencia
editorial, en esa idea que imperaba de dejar un tiempo reposar la publicación
de cualquier novela. Richard Bachman surgió para no saturar las listas de
novedades, y al mismo tiempo sirvió para aglutinar una serie de historias que,
como decía, escapan un poco a la línea más habitual en King.
“Rabia” es una novela curiosa
porque tiene su historia más allá de las páginas, que muchos conoceréis y
después veremos. Pero entre páginas, tenemos la historia de Charles Decker, un adolescente que ya
intuimos atormentado y vamos
adivinando algo inestable desde las
primeras páginas. Y todo va a materializarse una mañana, prácticamente en un
arrebato y tras una fuerte discusión. Decker agarra un rifle, asesina a su
profesora y retiene a todos sus compañeros de colegio, desatando así su
particular rabia.
Y aquí comienza lo interesante,
porque lo que tiene todos los visos de ir a convertirse en una espiral de
sangre y violencia resulta ser otra cosa. King siempre me aparecido un gran
constructor de universos, capaz de desafiar las leyes más incuestionables de
nuestra realidad en pos de las suyas propias. Tan pronto nos planta una cúpula
que aísla totalmente un pueblo entero, como nos presenta la posibilidad de
viajar al pasado para poder cambiarlo. Al final lo que consigue es arrastrar al lector hacia su terreno,
encerrarlo en esa burbuja que ha creado, para contarle lo que quiere contarle.
Y esta novela es un buen ejemplo. Cuando uno de tus compañeros empuña un rifle
y se planta frente a toda la clase, las reglas también cambian.
Y el universo de King es aquí
poco más que un aula. Sí, vale, hay vida en el exterior. Está la policía que
intenta que Decker cese en su empeño. También la prensa comienza a ver en el
acto del joven Decker una noticia. Pero lo interesante ocurre dentro, donde
“Charlie” comienza a hablar de su vida, a desgranar
sus sombras, y a incitar a que los demás hagan lo propio. Y la cosa
funciona. Quizás cuando entre la vida y la muerte hay solo una bala desaparecen
los tabús, las apariencias quedan hechas trizas y los secretos pierden parte de
su sentido. King nos zambulle un poco en estas ideas, jugando con tensiones e inesperadas simpatías,
creando un clima de tensión psicológica
que nos impulsa a llegar al final. Incidiendo en esos fantasmas que todos
tenemos y que afloran en circunstancias extremas.
Nos queda una parte de la
historia por contar, la que va más allá de la novela. Hay ediciones antiguas en
bibliotecas y de segunda mano, y al parecer está incluida en algunas
colecciones, pero “Rabia” no es un libro sencillo de encontrar hoy en día. Vio
la luz en 1977 y, tras su publicación, comenzaron a darse varios casos en las
escuelas norteamericanas: Estudiantes armados que irrumpían en las aulas
secuestrando al resto de sus compañeros de clase, a veces con consecuencias
fatales. Cuando la policía registró las pertenencias de uno de estos jóvenes, Dustin Pierce, en 1989,
halló un ejemplar de esta novela entre ellas. Fue uno de los primeros casos, y el
principio del fin. King no podía soportar la idea de que su historia pudiese
estar inspirando este tipo de actos, o alentando la posesión de armas. Así que “Rabia”
terminó siendo retirada de las librerías.